Cada coleccionista tiene sus excentricidades. Tanto si es el único coleccionista de la casa como si son muchos, aquí tiene un pequeño artículo para pasar un buen rato todos juntos...
¿Cómo reconocer a un coleccionista?
¡Solo por el físico imposible! ¡Menos mal! Pero, está claro que si empezamos a hablar sobre su tema preferido, ¡no podrá parar! Y mira que sabe cosas nuestra coleccionista: anécdotas, historias… Y no dudará en animar las conversaciones con muchos detalles que para él son realmente apasionantes. Aunque no siempre lo son para el resto…
Una anécdota divertida y verídica: deje a dos coleccionistas en el mismo recinto lleno de gente y acabarán encontrándose. No hace falta ni que coleccionen lo mismo, nuestros apasionados tienen un lenguaje común que hará que estén encantados de encontrarse y de hablar durante horas de sus objetos y de cómo los han conseguido.
Otro punto en común: saquean los salones, las tiendas de segunda mano y, cómo no, Delcampe (no importa la colección, seguro que está en Delcampe), en busca del objeto poco común. Insaciable, pasa de una búsqueda a otra y, en su caso, de una colección a otra. No sabemos si algún día estará satisfecho del trabajo realizado… Ya saben la respuesta: ¡no!
Es su paradoja: está orgulloso de lo que tiene y anhela lo que todavía no tiene.
¿Cómo reconocer la casa de un coleccionista?
La primera cosa que observamos en la casa de un coleccionista es si su familia comparte su pasión. En caso afirmativo, su casa es a su imagen y semejanza, llena de objetos que han ido adquiriendo a lo largo de los años y que exhiben con orgullo. A veces, en una misma casa, las colecciones interfieren unas con otras, pero como todo va en la misma línea, ¡los objetos se respetan!
En cambio, si solo hay un coleccionista en la casa, habrá un espacio dedicado, generalmente demasiado pequeño para guardar todos sus tesoros. Pero este espacio será su guarida, el lugar en el que se evade y se entrega a su pasión. ¿En qué parte de la casa está? ¡Empiece por aquí! Hay una probabilidad bastante alta de que lo encuentre.
¿Nuestro coleccionista es un fanático?
¡Sí! Evidentemente, a los demás les costará entenderlo… Pero cuidado, ¡que es contagioso! A fuerza de hablar de su pasión a los que le rodean, puede ser que nuestro coleccionista les transmita su pasión. De hecho, ¡quiere contagiar a los demás porque quiere compartir sus conocimientos y su experiencia!
¿Hay que curarlo?
¡En absoluto! ¡El mundo necesita apasionados y Delcampe también! Aunque una buena terapia de grupo en una asociación o un foro le sentaría bastante bien. Hay millones de coleccionistas en todo el mundo, ¡es imposible erradicar la epidemia! Ríndase a la magia del coleccionismo y piense en las reuniones a las que podría asistir gracias a su pasión.
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