¡Y con razón! Fue la efigie del primer sello postal de la historia, conocido como «penique negro», que se emitió en 1840 bajo su mandato, por lo que es completamente natural que lleve impreso su retrato. Además, en esta época el imperio británico estaba en pleno apogeo, de manera que fue normal que la reina Victoria se convirtiera en la figura más emblemática de la filatelia. Fue entonces cuando la reina Victoria marcó un antes y un después en su reinado, que se rebautizó como «época victoriana».
Alejandrina Victoria era la hija del príncipe Eduardo de Kent y de Strathearn y de la princesa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. Cuando nació el 24 de mayo de 1819 nada indicaba que estuviera destinada a reinar. Sin embargo, en un corto periodo de tiempo fallecieron su padre, su abuelo, las hijas del duque de Clarence y su tío Jorge IV, antes de que Victoria cumpliera 12 años. En 1830 se promulgó la Ley de Regencia, según la cual su madre se convertiría en regente en el caso de que su tío, el rey Guillermo IV, muriera antes de que ella alcanzara la mayoría de edad. El rey no quería que eso ocurriera y le dijo con frialdad a la madre de Victoria que viviría hasta que su sobrina cumpliera 18 años. Y así fue. Murió 1 mes después de que la reina Victoria alcanzara la mayoría de edad.
Victoria vivió una infancia austera y fue educada por su madre y su consejero, John Conroy, que le impusieron un conjunto de reglas muy estrictas conocidas como el sistema Kensington, denominado así por ser el nombre del palacio donde residía. Su madre y Conroy organizaron varios viajes para presentarla a diferentes familias aristocráticas, con el fin de labrarle una reputación que le iba a ser necesaria para preservar el régimen. Pero Victoria estaba acostumbrada a una vida solitaria y no le gustaban estos viajes. Su madre y Conroy intentaron convencer a Victoria para que nombrara a Conroy como su consejero, pero ella se negó rotundamente.
Victoria cumplió los 18 años el 24 de mayo de 1837. Un mes más tarde, el 20 de junio de 1837, murió su tío, el rey Guillermo IV. Cuando se realizó la coronación de la princesa en 1838, pidió que se retirara de los papeles su primer nombre, Alejandrina. Otra de las decisiones que tomó tras acceder al trono fue expulsar a Conroy. Además, ansiaba no tener que vivir más con su madre.
En 1836, un año antes de convertirse en reina, su tío Leopoldo, rey de los belgas, le organizó un encuentro con Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, su primo, del que se enamoró a primera vista. Pero le pareció que todavía era demasiado joven para casarse. Además, le resultó chocante que el primer ministro se lo propusiera para deshacerse de su madre.
Así pues, no fue hasta el 10 de febrero de 1840 que se casó por amor con Alberto. Además de ser su esposo fue su consejero. La pareja tuvo su primera hija muy pronto, y tuvieron 8 hijos más. Victoria concertó respetables matrimonios para ellos. Los cónyuges de sus hijos estaban vinculados a las mejores coronas europeas, por lo que se ganó el apodo de «abuela de Europa».
La situación interna de Inglaterra no agradaba a todos sus habitantes y la reina Victoria sufrió varios atentados. En 1840, Edward Oxford disparó dos veces contra el carruaje en el que viajaba. Sobrevivió a otros seis intentos de asesinato que se produjeron en 1842, 1849, 1850, 1872 y 1882.
El reino de Victoria era enorme porque, además de Inglaterra, Escocia e Irlanda, abarcaba las colonias británicas. El imperio de Reino Unido estaba en todo su esplendor, pues contaba con casi 400 millones de personas repartidas en 26 millones de kilómetros cuadrados.
La reina apostó por una política exterior que le permitiera acercar posturas entre Francia e Inglaterra. Cuando viajó a Francia para reunirse con Luis Felipe, se convirtió en la primera soberana inglesa en realizar ese trayecto por primera vez en 300 años.
La reina Victoria se derrumbó cuando murió su marido, el príncipe Alberto, el 14 de diciembre de 1861. Nunca lo superó y vistió de luto hasta el fin de sus días. Evitó las apariciones en público cuanto pudo, por lo que se ganó el apodo de la «viuda de Windsor», que es como se llamaba el castillo en el que residía.
Esta decisión provocó que decayera su popularidad. En 1870, con la Tercera República francesa de fondo, los republicanos se reunieron en Londres para presionar a la reina para que abdicara. En 1871 cayó gravemente enferma, al igual que el príncipe de Gales. A los 10 años de la muerte del príncipe Alberto, hizo una aparición en público junto con su hijo, con lo que consiguió recobrar algo de popularidad y apaciguar los ánimos del movimiento republicano.
La reina Victoria llegó a vieja y logró aumentar su reputación con el paso del tiempo. En 1887 celebró su jubileo de oro (50 años de reinado) y 10 años después, su jubileo de diamante. Murió el 22 de enero de 1901 rodeada de su hijo heredero, el futuro rey Eduardo VII, y de su nieto Guillermo II de Prusia.
Hágase coleccionista de la reina Victoria, un tema apasionante y complejo a la vez.
Con esta historia es de esperar que sea el rostro de la reina Victoria el que adorne los sellos de Gran Bretaña, y también los de las numerosas colonias inglesas de la época. Para que pueda hacerse una idea, a continuación le ofrecemos un listado de los países en los que el primer sello llevaba impreso el retrato de la reina Victoria:
- Australia Meridional
- Mauricio
- Australia Occidental
- Natal
- Bahamas
- Nuevo Brunswick
- Nueva Escocia
- Confederación de Canadá
- Nueva Gales del Sur
- Chipre
- Nueva Zelanda
- Colombia Británica
- Isla del Príncipe Eduardo
- Isla de Vancouver
- Granada
- Queensland
- Heligoland
- Tasmania
- Honduras Británica
- Terranova
- Malta
- Victoria
Como se puede ver, es posible ordenar la colección por países o por épocas. Pero eso no es todo. Muchos retratos se utilizaron en varias colonias como, por ejemplo, el retrato de la reina de Alfred Edward Chalon (Bahamas, Granada, Nueva Zelanda, etc.). Es otro eje en torno al cual se puede orientar la colección. Estos sellos también aparecen con la denominación de «efigie Chalon».
Al buscar en Delcampe esta colección, hay que tener en cuenta que las pujas de los sellos de la reina Victoria comienzan con precios bajos que pueden aumentar considerablemente. Al igual que ocurre con el resto de artículos, el estado de los sellos determinará su encarecimiento.
Si lo que quiere es subir de categoría, ¡no se preocupe! La reina Victoria es un tema magnífico entre los sellos insólitos. Y aunque ya tenemos asumido que no nos los podemos permitir, aquí le dejamos tres sellos que embelesan a cualquiera:
El sello canadiense de dos céntimos con la efigie de la reina Victoria de 1869.
Hasta 2013, solamente se conocía la existencia de dos ejemplares en todo el mundo. Se encontró un tercero por casualidad por el que un coleccionista canadiense anónimo pagó 5 dólares. Según ici.radio-canada.ca, la Fundación de Investigación Filatélica Vincent Graves Green demostró su autenticidad, por lo que este sello valdría centenares de miles de dolares. ¡Buen trato para el coleccionista!
Los sellos Mauricio azul y rojo
Estos dos sellos fueron los primeros que se emitieron para el servicio postal de la isla Mauricio con la mención «Post Office», que se cambió rápidamente por la mención inglesa más clásica «Post Paid», de ahí la singularidad de estos dos sellos. Actualmente solamente se conoce la existencia de menos de 30 ejemplares de una tirada de aproximadamente 200. Para hacerse con algún sello de la reina Victoria, tendrá que tener en el bolsillo centenares de miles de dólares, y eso si es que consigue encontrar a algún coleccionista que quiera deshacerse de él.
Buenas tardes: tengo en mi coleccion el sello de 2 centimos de Canada de 1869 con la efigie de la reina Victoria. Esta un poco defectuoso, pero al ser un ejemplar tan raro, creo que es una suerte tenerlo. Voy a intentar publicar una foto del sello.
Saludos: Jose Maria.
Una reina muy Interesante. Los filatélicos siempre la tenemos como un gran recuerdo.