El Louvre es una atracción turística internacionalmente conocida y el museo más visitado de todo el mundo, por lo que creemos que merece la pena dedicarle unas páginas a su historia.

El Louvre debe su nombre a la palabra latina «lupara», que significa «loba». Antiguamente, justamente en el lugar en el que se encuentra el museo, había un espacio destinado a guardar el material para la caza de lobos.

A finales del siglo XII, durante el reinado de Felipe Augusto, se empezó a construir una fortaleza para proteger la ciudad de París. El castillo de entonces era completamente diferente a la construcción que conocemos en la actualidad. Fueron los reyes de Francia y sus respectivos arquitectos del siglo XVI y XVII los que modificaron y ampliaron la fortaleza medieval.

Cabe destacar que el castillo se construyó en un principio para proteger París, pero a partir de la segunda mitad del siglo XIV, con Carlos V, se convirtió en residencia real. Además, Carlos V fue el primer rey que transformó el Louvre en un prestigio espacio de cultura francesa, pues donó más de 900 manuscritos de su biblioteca. No obstante, en esta época el Louvre aún era conocido por ser principalmente la sede de la autoridad del rey, ya que eran muchos los feudos que dependían de la «gran torre del Louvre».

El Louvre mantuvo el estatus de residencia real hasta la Revolución francesa. Desde Francisco I hasta Luis XIV, los reyes y sus arquitectos trabajaron para ampliar y renovar el Louvre, convirtiéndolo así en uno de los símbolos del Renacimiento francés. La construcción del Louvre continuó hasta 1779, pero la obra tuvo que interrumpirse durante algunos años debido a ciertos conflictos. Bajo el reinado de Luis XIV, Versalles se convirtió en residencia real. Fue entonces cuando en el Louvre comenzó a desarrollarse como un espacio más cultural. A partir de 1672 se empezaron a instalar en él varias academias y artistas: la Academia Francesa, las de pintura, escultura, arquitectura, etc.

Graciasa esta nueva identidad cultural, el Louvre fue condonado y sobrevivió a la Revolución francesa. En 1789, el conde de Angiviller inició el proyecto de museo. Después de la Revolución, los Estados Generales continuaron con el proyecto y añadieron colecciones que le fueron confiscadas al clero. Napoleón Bonaparte se instaló en el Palacio de las Tullerías y siguió financiando la obra del Louvre. Fue concretamente durante este periodo cuando se hicieron las obras de mejora del interior del Louvre.

El palacio del Louvre tal y como lo conocemos hoy día —salvo la pirámide, claro está— se terminó de construir a tiempo para la exposición universal de 1855. No obstante, se inauguró oficialmente el 14 de agosto de 1857, dos años más tarde, con Napoleón III.

Este «nuevo Louvre», descrito por Víctor Hugo como la meca de la inteligencia, fue declarado monumento histórico en 1889. Además de ser museo, el Louvre ha sido durante muchos años la sede de varias administraciones del país, entre las que destaca el ministerio de economía (hasta 1989).

Las últimas mejoras importantes que se realizaron en el Museo del Louvre datan de la época de la presidencia de François Mitterand. Fue precisamente durante estos años cuando se construyó la pirámide de vidrio en medio del patio de Napoleón.

Actualmente, el Louvre recibe más de 10 000 millones de visitantes al año, de los cuales un cuarto son franceses.
Es un museo que está repleto de tesoros culturales: la Gioconda, la Victoria de Samotracia, la Balsa del Medusa, etc. Los pintores y escultores más importantes del mundo nos dejan boquiabiertos con sus obras, expuestas en un palacio que ya de porsí es un edificio que merece la pena visitar por su historia.

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Escrito por Héloïse

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