Como coleccionista, no le enseñamos nada nuevo al decirle que la limpieza de un objeto no tiene por qué ser algo bueno.
Los numismáticos se fijan en la pátina original. El filatelista buscará la bisagra, el coleccionista de cómics extasiará al ver que el garabateo todavía está visible debajo del tintado…
¡De nuevo, cabe observar que los coleccionistas pertenecen a una raza distinta!
No es que sean alérgicos al detergente, sino que limpiar ciertos objetos significa borrar una gran parte de su valor y sobre todo de su historia.
Porque sí, ese es el espíritu del coleccionista: prefiere un objeto viejo antes que uno nuevo. Y en este contexto, encontramos numerosos ejemplos:
¡El coleccionista de cómics a menudo preferirá pagar una fortuna por una edición original que tenga una o varias faltas de ortografía o con los colores desgastados e incluso inexistentes antes que comprar el mismo objeto revisado y corregido por el librero de la esquina!
El coleccionista de vinilos preferirá un disco viejo con una acústica cuestionable antes que el sonido perfecto de un CD grabado en un estudio y con millones de ejemplares.
Un cuadro incluso sucio y dañado tendrá mucho más éxito que un póster…
¡Por lo tanto, el valor de las cosas está relacionado en ocasiones con el valor de los años!
¡Como es costumbre, se ríen de sus pequeños tocs! Y usted responderá: “¡Estos incultos, definitivamente no entienden nada!” Es justamente esa pequeña imperfección, esa rareza la que hace que nos encante su colección.
Pero esta idea se abre paso entre el gran público. ¿Tendrá el coleccionista su revancha? ¡Lo vintage nunca ha estado tan de moda como ahora! Y mejor así.
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